miércoles, 23 de julio de 2008

capitulo uno


Quizas...

Razonandolo un poco, la noche anterior había yo cenado algo pesado e inmediatamente despues me había ido a dormir. El par de cervezas, que habían acompañado a mi callejero festín, acabaron por adormecerme poco despues de la media noche.

Normalmente no soy del tipo que por la mañana recuerde de los sueños, pero esta vez podría describir con lujo de detalles la pesadilla de la noche anterior:

Un pasillo, demasiado desdibujado para ser real; yo caminando nervioso por entre aquellas paredes con perspectivas francamente imposibles; Una de esas situaciones en las que los nervios te obligan a vigilar todas las esquinas mientras te sientes observado por un personaje oculto, incapaz de cualquier buena intención; Menuda broma me jugaba mi mente; Solo que aquello no era una broma.

Cerca del fondo del callejón pude distinguir, vagamente, la silueta de un hombre muy alto, rellenando, por mucho, una gabardina oscura que le daba el aspecto del típico hombre misterioso en las novelas de intriga. De alguna forma yo sabía que el notaba mi presencia, pero su atención no estaba concentrada en mí, sino en aquel bulto en el suelto que agarraba con sus manos, como si tratara de reducirlo a pedazos; Sus manos hábiles trabajaban con tanto empeño y saña que al principio mi mente no pudo caer en la cuenta de que aquello que se encogía entre sus dedos guardaba gran semejanza con un cuello, y que aquella masa que colgaba de lado inmediatamente despues, bien podría ser la cabeza de un ser humano.
Recuerdo que en mi sueño tarde un rato aún en asimilar los hechos, pero aún cuando lo hice, mi mente se mantuvo serena, y mi cuerpo se reusó del todo a abandonar la escena de aquel macabro crimen.
¿Será que en el fondo el tipo morboso en que me he convertido gano la batalla contra el sentido común?